miércoles, 24 de agosto de 2011

Día 208/245 Deja de ser un héroe



Últimamente hay un tema que me ha tenido pensando bastante,  y aunque no esta del todo relacionado con la timidez, he querido abordarlo ya que si esto lo hubiera sabido en el momento adecuado, muchas cosas podrían haber cambiado en mi vida. Es el tema que para algunos es un lastre en la vida en general. El asunto es, son demasiado buenas personas, son demasiado buenos, intentan rescatar a todo el mundo, facilitar la vida de todos y complacerlos a todos.
¿Por qué he pensado tanto en eso?
Bueno, desde que tengo memoria, se me ha considerado como "un chico bueno". A los ojos de mis padres y mis profesores, siempre he sido un niño bastante pacífico, callado y que no se metía en lios. Y lo digo, por me lo han dicho directamente. Algunos de mis compañeros de clase confíanban demasiado en mí. Incluso una de las pocas novias que he tenido, me dejo porque era "demasiado bueno" para ella... Este chico bueno, se convierto aún más en la escencia de la bondad, después de que empezara mi timidez. Cuando empeze a ser tímido, me encontraba con  la autoestima baja y eso puede hacer que tratemos de agradar a todo el mundo, lo cual nos hace buenas personas, pero por los motivos equivocados.

Enfin, el problema no es "ser bueno", el problema es que si eres buena persona antes o después te encontrarás con alguien que trate de aprovecharse de ti. Claro que si no lo eres, igual te los vas a encontrar. 

¿Que si me considero una buena persona? Por supuesto. Yo diría que casi todo el mundo respondería que sí, porque incluso el más malvado se autojustifica a sus ojos por sus acciones. Los únicos que responderían no a la pregunta serían los que tienen un fuerte sentimiento de culpa (real o imaginaria). 

Los tipos buenos son los incomprendidos de este mundo, ni ellos mismos saben por qué reciben tantos golpes por hacer lo que es correcto, lo que está bien. Por ejemplo en las relaciones sentimentales; no saben por qué el sexo opuesto no premia al que se porta bien, al que juega limpio, sin dobles intenciones, al que es capaz de esperar y hacer cosas que nadie haría sólo por esa persona que les gusta.
Los tipos buenos (y también las mujeres buenas, porque también las hay por montones) están destinados a recibir toda la porquería de los demás. Todos sus defectos, todos sus complejos, todos sus problemas, y ellos reciben todo eso, se lo tragan y se quedan con ello. Y lo interesante de todo es que, de alguna extraña manera, eso los hace felices.
Me he puesto a pensar en el tema, y a recordar cuáles eran mis motivaciones hace mucho tiempo cuando yo caía dentro de esa misma categoría, y cuáles fueron las cosas que tuve que cambiar para alejarme de ese comportamiento tan ingrato.
El perfil de este tipo de personas es lo que he denominado, el Redentor, el héroe. Es aquella persona que inconscientemente siente la necesidad, casi obsesiva, por salvar a las personas. Y es un anhelo que persigue con metodologías casi religiosas, pues es capaz de imponerse sacrificios personales con tal de lograr su propósito, a estas personas las persigue una especie de inocencia insalvable, son las víctimas de su propia buena fe. Son creyentes, por eso su inconsciente es religioso, proceden muchas veces de familias conservadores y con un gran arraigo en la religión, sobre todo en la católica, su inconsciente les dice constantemente que deben ser buenos, que deben salvarse salvando y redimiendo a los demás. Es como si tuvieran impregnado el mandamiento de ser como un Cristo. Como digo esto es algo inconsciente, y es quizá la raíz más profunda de este tipo de comportamientos.
La gente normal miente, decepciona, traiciona, comete errores de los grandes, los acepta y trata de corregirlos, y seguir adelante. El rescatador no se permite tener esa clase de “defectos”, lucha contra ellos constantemente, cómo está dentro de la naturaleza humana equivocarse, pues entonces lo que hace es sentir una gran culpa cuando se equivoca y desear salvar a alguna persona, al que le gusta.
El rescatador tiene un núcleo extrovertido y emocional. De acuerdo a esto el redentor siempre piensan desde el punto de vista de las personas, en qué les agradará o desagradará y conforme a ello se comportan, es decir, no actúan desde su interior sino desde la referencia externa. Siempre piensan en cómo sus propias acciones pueden afectar a otros y su vida está demasiado cargada emocionalmente, por eso generalmente son vistos como personales nobles, buenas, porque muestran lo que sienten sin reparar en qué pueden ser dañados de vuelta, se ponen en posiciones frágiles que ellos entienden como riesgos para salvar a las personas que quieren.
Este tipo redentor corresponde a la posición 2, que se llama Ayudador. Sus rasgos generales son de compasión, muestran una gran empatía, por ello su gran facilidad para identificarse con el dolor humano, manifiestan una gran sensibilidad por los demás, se preocupan primordialmente por las necesidades ajenas. Son sinceros, afectuosos, condescendientes y esto les lleva a otro inconveniente, tienen miedo o se resisten a expresar la ira, a expresar la insatisfacción, a decirle a alguien en su cara que los decepcionó, generalmente la razón es que tienen una pequeña voz interior que les dice “estás malinterpretando las cosas”, “si le reclamas no tendrás la razón, después de todo la gente tiene derecho a equivocarse”. Tienen miedo a equivocarse, tienen miedo al rechazo, tienen miedo a no ser lo suficientemente generosos con las personas, tienen miedo a ser demasiado egoístas y ponerse por delante de las necesidades de los demás, por eso es mejor dejarse pisotear.
Es posible ver que el perfil ayudador es muy servicial, son totalmente entregados, lo cual puede provocar que estén listos a cuidar, literalmente, a las personas, y como por tendencia buscan parejas problemáticas, sienten el deseo, casi obsesivo de encargarse de sus vidas, así con ello sacrifiquen sus propias prioridades, su tiempo y sus asuntos. El ayudador necesita, con todas las fuerzas, que las personas lo necesiten, por eso se dedica a construir un sistema de dependencia, de tal manera que nunca pueda ser expulsado, pues se ha convertido en una muleta indispensable para los demás. Es una prótesis y el ayudador se enloquece cuando descubre que ya no es necesitado, que es un objeto prescindible, su mayor frustración se da cuando descubre que ha sido reemplazado, generalmente por otra persona que no cuida tanto, por una persona que no es tan emocional, por otra persona que puede estar llena de lo que él llama “antivalores.”
Ese es el punto de quiebre de la estructura psicológica del redentor, cuando la otra persona encuentra otro que no desea redimirla y lo prefiere por encima de él. Allí emerge una ambivalencia, por un lado una profunda decepción, por otro lado un montón de pensamientos negativos sobre sí mismo y el deseo de seguir encontrando validación en el agradecimiento de las personas.
Ese es el problema del redentor y quizá la raíz de su insatisfacción: aunque no lo reconozca siempre espera algo a cambio, con frecuencia mandan dobles mensajes, se sienten indispensables y a la vez no desean presumir de lo bondadosos que son.
Otro de sus arquetipos inconscientes es una gran culpa, se sienten responsables de todo lo que sucede, de todo lo malo, y por eso intentan salvarlo todo, salvar a las personas maltratadas, con problemas de autoestima, inseguras, drogadictas, a las superficiales, a las enfermas, a las recién separadas, a las engañadas y un gran etcétera.
La gran revelación en este punto es que si sienten culpa de todo es porque se creen todo poderosos, ¿quién es culpable de todo sino la persona que todo lo puede? Así que detrás de su tendencia redentora son grandes narcisistas, disfrutan con el culto a su propia persona, y buscan el reconocimiento detrás de su gran tendencia altruista y entregada, son los más egoístas de todos, lo que pasa es que son demasiado manipuladores, claro, inconscientemente, por fuera, en la superficie sólo quieren ayudar, pero si nadie les agradece se resienten.
Son tremendamente trascendentales. Ese es su gran problema, todo lo sobre dimensionan, son demasiado sentimentales y todo lo convierten en una gran oda al sentimentalismo. Esperan mucho de los demás, esperan muchos agradecimientos, mucho amor, mucho interés. Para ser dignos de ser queridos, admirados y agradecidos deben dar ellos mismos el paso, por eso intentan redimir.
El redentor tiene un enorme Súper Yo, que es una gran voz de la conciencia, lo que debería ser, el mundo ideal, por ello sus constantes idealismos, y pensamientos grandilocuentes sobre el amor, las relaciones, los sentimientos, la bondad, por ello vigila las necesidades ajenas con tanto celo, y por ello su tendencia a arreglar vidas.
Si quieres ser un redentor más bien podrías hacer una fundación y reservar todo ese deseo para los niños víctimas de alguna guerra. Eso sólo te dará dolor, frustración, aunque caigas muy bien a la mayoría, sus sentimientos hacia ti no serán viscerales, no llegarán a amarte a rabiar, no serán capaces de entregarse en cuerpo y alma, siempre buscarán algo más “caótico” en qué descansar. Resultas empalagoso, y tu miel sólo atrae a moscas, que cuando están llenas se van a buscar algo más amargo que equilibre sus vidas.
Por eso mi reflexión va a que no deberías pensar en ser un héroe, sino en ser un antihéroe, puedes tener principios, valores, creer en algo, incluso en el bien, pero hazlo rompiendo las reglas, hazlo aunque tengas que ser controvertido y te daré algunos claves para empezar a trabajar en ello. El antihéroe cumple con lo que cree, pero si puede romperá algunas reglas, golpeará a alguien, no será tan bueno, piensa en la diferencia entre Spiderman y Superman con Batman y Wolverine. Verás que Superman es un buen tipo, bastante ingenuo y que se carga problemas que no le corresponde, Spiderman es un tipo bastante torpe y demasiado bien intencionado, Batman por el contrario no dudará en golpear y agredir a quien lo merezca, sin cargos de conciencia, sin resentimientos. Quizá el ser un redentor es una adicción más, no puedes liberarte de ella tan fácilmente y tendrás que hacer algunas cosas ciertamente extremas para desafiar esa personalidad.
1. Sé pragmático: No busques realizar grandes trabajos para obtener lo que quieres. Haz las cosas por el camino fácil, por el camino que menos problemas te traiga. No busques los caminos espinados cuando tienes otros despejados.
2. No permitas que la gente se salga con la suya y te ofenda: Empieza por ajustar cuentas con aquellas personas con las que no tienes vínculos afectivos, con aquella vendedora que te ignora y no te atiende bien, con aquel mesero que demora mucho su pedido, con el taxista que cree que no te das cuenta y te cobra de más. Ajusta cuentas con todos aquellos vivos que se aprovechan de tu bondad, verás como poco a poco empiezas a sentir una verdadera adicción por las emociones fuertes, sientes como la tranquilidad te llena cuando le dices a alguien que está haciendo mal su trabajo o que te está robando descaradamente.
3. Resiste esa tendencia obsesiva a hacer favores: No te ofrezcas siempre a hacer las cosas, a llevar o traer, a prestar, a decir o dar buenos consejos, o lo que sea. Toma conciencia de cuántas veces lo haces, en cuántos momentos necesitas que los demás te entreguen sus problemas para mostrarte como un salvador, y simplemente no los hagas, no te ofrezcas, si ellos lo piden diles a la manera de Hannibal Lecter en The Silence of the Lambs “Quid pro quo, Clarice”, es decir, no harás nada sin que ellos hagan algo de vuelta. No seas tan incondicional. Muestra interés, no supongas que los demás lo saben, a veces lo único que desean es utilizarte. Así es la vida.
4. Sé directo: Si algo te gusta dilo, si no te gusta señálalo.
5. Piensa que no tienes nada que perder: Los rescatadores actúan como si siempre estuvieran a punto de perder una oportunidad valiosa, y por ello son tan trascendentales, por eso callan las cosas que sienten cuando son negativas. Actúa con riesgo, empieza a sentir la adrenalina de vivir al límite. Nadie es indispensable, y para eso los miles de ejemplos que has tenido en tu vida donde te han cambiado, así que es justo que tú también creas lo mismo.
6. Todos mienten: Piensa que la persona perfecta no existe, empieza a desarrollar una prudencia frente a los demás, sospecha al menos del 70% de lo que dicen, y vive en paz con ello. Todos lo hacemos, no busques obsesivamente la perfección.
7. Prepárate a recibir, más que a dar: Descansa un poco, dar tanto quita demasiada energía. Empieza a pedir, a buscar que sean las otras personas las que te hagan favores o te demuestren su valor. No tomes la iniciativa en dar, pide, habla, pregunta, solicita favores.
8. Ejercítate en el olvidado arte de negar cosas: El No es una palabra que parecen haber olvidado los redentores. Dicen sí a todo, así tengan que trasnochar, dejar de comer, lo que sea. Empieza a hacer ejercicios, ponte la meta de negarte o decir no unas cuantas veces por semana a las personas. Muchos seguirán pidiéndote cosas, así que empieza a mostrarles que también puedes decir que no, incluso sin razón o justificación, no importa, deja de verte en relación a los demás, empieza a sentir el poder de tomar tus propias decisiones, sin explicaciones, empieza a creer que puedes ser un antihéroe.
9. Modela a antihéroes famosos: Alquílate unas cuentas películas, Batman, X-men, puedes ver a House MD, empieza a ver cómo para hacer las cosas bien no tienes que andar sonriendo y diciendo cosas constructivas a todo el mundo.
10. Trabaja en el humor negro y la ironía: No te tomes a la gente en serio, ni a ti mismo, empieza a burlarte un poco de los demás y su seriedad.
11. Evita pensamientos trascendentales: Los redentores se ensimisman en cadenas de pensamiento sobre temas demasiado trascendentales y emocionales, puedes empezar a hacer más ejercicio, actúa, haz más cosas en vez de pensar tanto. Al principio no será fácil, pues estás acostumbrado a meterte en elaboraciones complejas, trabaja en darte cuenta de cuándo lo haces, así podrás detenerlos y moverte más físicamente. Deja de idealizar a las personas, siempre vendrán y se irán, así que evita el pensamiento dramático de "es que no se vivir sin ella", "el mundo no es el mismo." Aprende a superar las cosas sin ser melodramático.
12. Empieza a trabajar en tu rabia: Los redentores son demasiado reprimidos, generalmente enferman por tragarse todo, problemas, desplantes, etc, así que encuentra tu rabia interna y sácala, a través de los puntos anteriores, ajustar cuentas, ironías, negar favores. Esa rabia te dará la fuerza para mostrar más rasgos de carácter.
13. Busca el hedonismo: Esto significa, encuentra tus puntos de placer y busca que los demás los satisfagan. Va en relación con el punto anterior, no tengas miedo a pedir placer de frente, no sólo cosas románticas o idealistas, sino que pide las cosas como son, no te reprimas más.
14. Deja de ser tan sensible con los demás: Piensa como los médicos que no sufren por cada paciente que llega y está muriendo, o por cada paciente que está grave y decide abandonar el tratamiento. La vida es una sola y es tu deber disfrutarla al máximo, es bueno entender el dolor y los problemas humanos, pero no al punto de ocuparte de ellos, hacerlos tuyos y volverte responsable.
15. Deja de mostrarte tan perfecto: Encuentra tus fallas y muéstralas, nos gustan las cosas imperfectas, por eso siempre te cambian por personas reales, con fallas y contradicciones, así que deja de ocultar las tuyas y sácalas, pide ayuda también, déjate redimir.
16. Trabaja tu arrogancia oculta: Necesitas mostrarte como alguien dominante, no como la víctima de los males de la humanidad, deja de usar el poder manipulando a los demás para que te vean como muy bueno. De vez en cuando actúa como si no te importara lo que piensan los demás, encuentra el punto donde puedes demostrar poder sin mayores juegos, de frente, en la cara de los demás, aunque caigas pesado. Observa cómo te sientes. En el camino problamente hieras a algunas personas, todos herimos, todos hacemos daño, acéptalo y vive con ello.
Sé que para algunos esto pareza extremo, quizás incorrecto o inconveniente. No me importa. Necesitas tomar acciones radicales si deseas cambiar esa actitud que te ha llevado a un estado de infelicidad y frustración que ya no resistes. Dejar de ser redentor, dejar de ser el héroe clásico, es un reto que con tiempo podrás superar, ya verás como tu vida de repente se vuelve más emocionante, cómo ganas más respeto y admiración genuinas, no basadas en lo que haces sino en lo que eres.
Saludos!

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