domingo, 2 de octubre de 2011

Día 232/245 Más claves para la conversación



Quiero seguir tratando el tema de la conversación. De hecho es algo en lo que sigo trabajando y mejorando. Me parece que la conversación es la clave de toda interacción social, desde romper el hielo hasta cuando una relación  esta establecida. ¿De que hablar? Nadie consigue amigos, pareja (bueno quizá Brad Pitt), o éxito en sus proyectos sin  decir algo, o sin empezar una conversación.

Vamos a empezar hablando del principio 90/10. La razón por la cual la mayoría de conversaciones se atascan, especialmente las nuevas conversaciones, desde el mismo inicio es porque no se entiende el concepto de “proporciones” en una conversación. Es necesario tener en cuenta lo siguiente: 
 
Cuando empiezas a conversar con alguien nuevo, especialmente alguien que no conoces todavía, van a ser tan fríos en sus cabezas como tú eras antes de iniciar la conversación. En otras palabras, no sienten mayor motivación para hablar contigo, la razón fundamental son los nervios que implica la interacción con un desconocido, es algo natural. Además como tímido debes entender esa sensación perfectamente. Cuando comienzas una conversación, ellos sienten algo parecido a: “Bien, yo tampoco sé qué decir tampoco. Me siento un poco incómoda(o).”

No es que se sientan incómodos precisamente, es sólo que su neurología no se ha “prendido” todavía. Es como un atleta que dice en la línea de partida “bien, hay que correr” cuando aún no ha tenido oportunidad de hacer ejercicios de calentamiento. El principal reto que tienes es el de darle a tu interlocutor(a) la oportunidad de “prender motores” y arrancar

¿Cómo se hace esto?

1. Mantente hablando: La regla es así de simple. Habla por ambos. Lo que necesitas es involucrarte tanto en la conversación que las personas no se sientan amenazas por ti o por el mismo contexto de la conversación. No esperes que una primera conversación lleve a que tu interlocutor te hable de cosas demasiado trascendentales, profundas o personales, lo más probable es que no lo hará, porque aún su “motor verbal” está frío.

Mantenerse hablando de una forma animada, si proyectas una buena energía puedes ayudar a que los “motores” se encienda. Tienes que ponerle vida a lo que hablas, entusiasmo a través de tu voz y a través de los temas que tratas. Recuerda nuevamente: tienes que ayudar a la neurología de tu interlocutor(a) a que empiece la interacción. Una vez logras romper el hielo ya dejas de hablar y la otra persona empieza por sí misma a involucrarse con tus temas. 
 
Recuerda, el principio 90/10 consiste en que tú inicias la conversación, tomas la responsabilidad y el control de ella la mayor parte del tiempo, el proporción 90 tú y 10 la otra persona. Conforme a avanza la conversación y el hielo se rompe la persona empezará a abrirse, a dejar los nervios y la ansiedad y te empezará a participar. En este punto tu comienzas a soltar el control y a bajar la proporción: 80/20, 70/30, 60/40. 
 
Y es cuando empiezas a escuchar más de lo que hablas.

2. Escuchar. Si aprendes a escuchar puedes encontrar las respuestas apropiadas. El principio de una conversación es básico, un emisor transmite un mensaje y un receptor lo recoge, o sea uno habla y otro escucha. Pero muchas veces esto  no es así, normalmente lo que sucede es que una persona habla y la otra espera, ansiosamente, su turno para hablar también. Ante esta afirmación podemos entender que la mayoría de personas no escuchan con la intención de entender el mensaje, sino de contestarlo.

La tendencia es arreglar las cosas precipitadamente con una respuesta rápida, que puede ser una sentencia o un consejo. No analizamos ni diagnosticamos adecuadamente las palabras de la otra persona, acción que seguramente haría que la entendiésemos mejor. Tenemos que recordar, como principio básico que: Primero intentaremos comprender para luego ser comprendidos.

Aprender a escuchar nos facilitara a tener más éxito en nuestra vida personal y profesional. Ante esta virtud desarrollaremos relaciones más profundas y mejor entendimiento de nuestra realidad profesional. 
 
Vamos a dar unas pautas para mejorar el habito de escuchar:
-Tenemos que escuchar activamente y centrarnos en el otro.
- Repite lo que la otra persona dice en tu cabeza. Aprende el significado de sus palabras.
- Intenta resumir lo que escuchas, replantea sus frases y saca el concepto básico de ellas.
- Intenta encontrar el mensaje principal de las palabras del otro conversador.

Muchas veces nos centramos en nosotros mismos y no en el mensaje de la otra persona. Estamos pensando cual va a ser nuestra respuesta más que en lo que escuchamos. Nos tenemos que interesar por nuestro interlocutor y en lo que dice. Tenemos que ser buenos oyentes y animar a la otra persona a hablar de ella.

Si tenemos DOS orejas y solo UNA boca, sera por algo.

3. Realizar preguntas. A todos nos gusta que en una conversación nos preguntas, además de facilitar el flujo de información dan un claro referente que estamos escuchando. Eso sí, no tenemos que interrumpir el flujo de la conversación. 
 
Hacer preguntas es esencial, cuando lees , escribes, hablas; cuando estas de compras, trabajando; cuando haces amigos, cuando escoger pareja, cuando interaccionas con cualquier tipo de persona. Sin embargo, pocas personas dominan el arte de hacer preguntas esenciales. La mayoría nunca ha pensando sobre el por qué algunas preguntas son cruciales y otras periferiales. Raras veces en la escuela estudian las preguntas esenciales. Raras veces tienen los modelos en sus hogares. La mayoría de las personas preguntan según sus asociaciones psicológicas. Sus preguntas son al azar y salteadas.

La clave esta en preguntar con curiosidad. Usando las cinco cuestiones claves: Que, Donde, Como, Cuando, y Porque. Bueno no se si me dejo alguna. Pero eso sí, que no parezca un cuestionario o un interrogatorio. Después de una respuesta suya añade algún comentario, espera a ver si responde, y sino responde suelta otra pregunta.

De vez en cuando puedes mandar una pregunta aquí y otra por allá. No olvides las preguntas retóricas, que son preguntas que se hacen sin esperar respuesta. Por lo general es parte de un discurso con el propósito de hacer pensar al oyente. Suele expresarse como una afirmación expresada con forma de pregunta que se formula de modo que el (la) interlocutor(a) entienda el sentido de esa afirmación implícita. Por ejemplo, preguntar cosas como ¿no cierto?, ¿verdad?, ¿Sí o no?, ¿Por qué habrá personas tan desconsideras?

4. Desarrollo de la voz: El aspecto más importante cuando desarrollas habilidades de conversación en un nivel puramente funcional es el desarrollo de la voz. Y es justamente porque la voz es un instrumento. Con la voz es posible desarrollar tonalidades y con ellas es posible generar emociones, créeme esto es un arte y toma tiempo desarrollarlo y pasar de una voz monótona a una voz emotiva, pero los resultados no se hacen esperar. Con la voz es posible expresar duda o pregunta, incluso convicción y un gran matiz de emociones. Es casi como un instrumento musical.

Las voces más poderosas son aquellas que son rítmicas. Una forma en que he aprendido a hacerlo es leyendo en voz alta novelas, y conmigo mismo empezar a actuar cada uno de los diálogos de las novelas, así te daras cuenta que cada emoción requería una voz particular.  Otro defecto que he mejorado es que hablaba entre dientes, y en lo que trabajé fue en vocalizar, en mover más mis labios y pronunciar mejor las palabras.  Otro problema es mejorar los tiempos de lo que hablas, no puedes hablar o muy rapido o muy despacio. Es un reto aprender a manejar los silencios y las pausas, algo que se adquiere sin mucha dificultad leyendo unas cinco páginas diarias en voz alta de tu libro favorito y respetando los signos de puntuación. 
 
Por hoy basta. Continuaré la serie de los fundamentos en los próximos días.

Saludos!

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