jueves, 2 de junio de 2011

Día 129/245 Historieta. Aveces nos hace falta un empujón.


Os pongo una pequeña historia con moraleja, sobre como podemos demostrar todo nuestro valor. Solo hace falta un empujón. Y entrar en territorio desconocido, ""territorio mortal" donde aprender a salir con energía e ingenio. Así que ACEPTA DESAFIOS Y RETOS.

<< Había una vez un muy acaudalado empresario quien, en el día de su cumpleaños, invitó a todos sus empleados a su mejor propiedad.

En el medio de la fiesta, convida a todos a los alrededores de la piscina que estaba llena de hambrientos cocodrilos del Nilo. Y, parado en uno de los extremos de la alberca, anuncia que a aquella persona que nade desde un extremo de la piscina al otro le regalará la propiedad y lo convertirá en el socio más importante de su empresa. Aunque hubo un murmullo extendido de sorpresa y admiración, al cabo de un rato parecía que nadie iba a aventurarse en la odisea. De repente, a sus espaldas, escucha un chapuzón y al voltear observa como uno de sus empleados se bate con toda su furia y desesperación contra la masa de cocodrilos que, inmediatamente, salieron a darle alcance. Patadas, puños, mordiscos, torniquetes, de todo contra los amenazantes lagartos.  Pasados unos angustiantes minutos, que para algunos parecieron siglos, el joven empleado, con la ropa desgarrada y el cuerpo todo rasguñado, pero, en general, ¡ileso!, consigue salir en el otro extremo de la piscina. Vaya que hazaña.

El acaudalado empresario, visiblemente emocionado, se acerca al joven y le exclama que lo que ha logrado es extraordinario y que con mucho gusto le daría la casa. A lo que el joven contestó que no quería la casa. El empresario replica entonces que se sentirá orgulloso de tenerlo en la empresa como socio. A lo que el joven rechaza diciendo que tampoco quiere ser socio de la empresa. ¿Qué es entonces lo que quieres? alcanzó a pronunciar el empresario sorprendido. A lo que el joven respondió que lo único que quería es saber quién fue el desgraciado que lo empujó al agua. >>

No siempre podemos imaginar de lo que somos capaces. Con frecuencia es sólo en una situación extrema cuando lo mejor de nosotros sale a relucir, y a veces hace falta un empujón, que nos tire al agua para saber hasta dónde podemos llegar.

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